Se podría decir que este fue es de uno de los primeros restaurantes-lugares que se establecieron con el nuevo auge comercial, cultural y como zona que ha tenido la colonia Roma. Ha de tener aproximadamente unos cuatro años en Orizaba 127.
En su inicio Travazares fue un lugar muy casual. La decoración era vintage-descuidada, con muebles viejos y bonitos que hacía crear una atmósfera casual e intima. Se sentía un lugar relajado, no pretencioso y amigable que podías tomarlo como un “lock” para un día que quisieras cenar o comer con alguien y no tuvieras tiempo o ganas de buscar o probar algo nuevo o arriesgado. La carta consistía principalmente en entradas, pastas, sándwiches, risottos y pocos “platos fuertes”. Sencillos, pero buenos y muy bien definidos.
Durante estos años el lugar ha constantemente sufrido cambios en el mobiliario, tanto como en el personal; pero hasta hace poco seguía conservando la misma carta, la buena comida sencilla y el buen servicio. Cada rato cambiaban la organización del lugar, y hacían algunas modificaciones, pero nada importante que evitara que fuera siendo un lugar agradable.
En los últimos dos meses fui dos veces y las dos ocasiones fui por las mismas razones: moríamos de hambre, era tarde y sólo queríamos sentarnos y comer algo bueno. Las dos veces fui con Tere. Dio la casualidad, cosa que no nos dimos cuenta hasta después, que las dos veces habíamos estado resolviendo cosas del departamento de Tere, se nos había hecho tarde y por eso moríamos de hambre. Tere pidió la pasta Muntanaro en las dos visitas. Es muy buena, lo mejor que sirven ahí. Pasta corta con pollo al grill, queso camembert, nueces y algunas verduras. Las dos veces Tere dijo que estaba muy buena y parecía que lo decía en serio. En la segunda visita pedimos de entrada un queso panela asado que viene con una salsa a base de miel bastante buena. Para mi desgracia las dos ocasiones, respecto a la comida, fueron bastante tristes. La primera pedí la pasta taormina: pasta corta, camarones y algunos vegetales. Fue totalmente un bodrio. Los camarones eran de los pequeños congelados que no saben a nada y cualquier novato pudo haber preparado algo mejorcito en su casa (¡es pasta!) Para la segunda fue un arroz de mariscos con naranja y chile habanero. Estaba 2-2. El arroz no muy bien cocido, pero todavía decente. Esta última visita si fue un martirio y la confirmación de que el lugar se ha perdido. Al parecer hay nuevos dueños ó nuevo management. La mayoría de los meseros son de algún país sudamericano y parecen ser que no prestan mucha atención al servicio (sin discriminar). Se tardaron una eternidad en atendernos, a pesar de estar en una mesa muy visible; bebidas lentas, la carta llego mucho después y los platillos también tardaron un siglo. Tere se empezó a desesperar, y aunque en general trato de ser paciente creo que esa vez si me estaban superando. Además tienen una nueva modalidad donde redujeron la carta y ofrecen platillos diarios, qué sólo son…¡tres! Para que te digan que hay tienes que preguntar y no todos los meseros saben la descripción de lo que se está sirviendo ese día. El lugar ha sido renovado, y ha perdido calidez. Aún con esto al parecer quieren seguir manteniendo una filosofía o una idea de lugar, aunque muy confusa (sigo sin entenderla) y que cae en mamarrachadas como la siguiente: pedimos sangría (hacía calor ese día y nos pareció refrescante), cuando nos la trajeron venía sin ser mezclada (muy común) pero sin algún “adminículo”, diría mi gran amigo el Fermo Perez, (adminículo=objeto) para mezclar la sangría. Pedimos un adminículo y se nos fue negado: “aquí no manejamos popotes ni mezcladores señor” (con cierto aire de dignidad). Se tuvieron que llevar nuestras bebidas de nuevo al bar para mezclarlas. Pedimos sangrías de nuevo y volvió a pasar lo mismo. Simplemente ridículo.
Lástima. Espero que corrijan el nuevo camino tomado. Por lo pronto pasará un buen rato para que vuelva a ir.
Hungry Bear Rating: Sad Bear.